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Venecia; la otra forma de imperio



 

VENECIA, primavera 1208. En su lucha por alcanzar el dominio del mundo, a la espada (imperio) y a la cruz (papado) les ha salido un tercer competidor que ha demostrado ser capaz de superar a ambos para conseguir sus objetivos; el dinero. La Serenísima República de Venecia, la más rica de las ciudades del norte de Italia, ha asombrado al mundo por su capacidad para reorientar los designios de la Cuarta Cruzada en su propio beneficio.


Como se recordará, los venecianos se negaron a realizar el traslado del ejército católico a Egipto, previsto en la Cuarta Cruzada, cuando los cruzados solo pudieron reunir 50.000 de los 85.000 marcos de plata acordados. Pero como buenos hombres de negocios, acordaron realizar dicho traslado si previamente tomaban para ella Zara, un enclave comercial en la costa croata: Venecia conseguía que, por primera vez, una cruzada atacara una ciudad cristiana. Pero esto solo fue el principio, pues a continuación consiguió que los cruzados atacaran Constantinopla para reponer allí al derrocado Isaac II Ángelo y volver a controlar el gran nudo comercial entre Oriente y Occidente, una campaña que acabó con la catástrofe del saqueo de Constantinopla por parte de los católicos. Así, una acción expansiva planeada por el imperio y retomada por el papado, ha acabado controlado por una ciudad comercial: el Imperio del Dinero hace su entrada en la Historia.


La ciudad-república de Venecia basa su éxito en su excelente ubicación geográfica. Cuando los lombardos conquistaron el norte de Italia en el siglo VII, sus dominios se detuvieron en Rávena dejando sin ocupar Venecia, por entonces un exarcado dependiente del Imperio Bizantino, y muy bien protegida por su ubicación en una laguna natural. La decadencia del reino lombardo y del Imperio Bizantino en el siglo VIII, acrecentaron la independencia de esta ciudad, que en 727 se rebelaba contra Constantinopla en el marco de las guerras iconoclastas y nombraba su primer dux independiente, Orso Ipato.


A partir de ahí, Venecia se convirtió en el gran punto de intercambio comercial entre la Cristiandad de occidente y el Imperio Bizantino de oriente. Aquí comenzó un imparable desarrollo de bases comerciales en el mediterráneo oriental que la convirtieron en el único suministrador de artículos de lujo orientales con destino a occidente. Incentivados por las enormes ganancias obtenidas, los venecianos destacaron del resto de Europa en el desarrollo de las técnicas de navegación, lo que les llevó, a partir del año 1100, a ser reconcidos como una potencia mediterránea de primer orden. En estos momentos, a principios del siglo XIII, ya está totalmente operativo el formidable arsenal veneciano, los astilleros donde se construía y reparaba la flota de la ciudad y que era el complejo marítimo-industrial más grande de la Europa de entonces. Con toda esta historia como base, la República de Venecia mantuvo su régimen de gobierno con asombrosa estabilidad durante mil años, hasta que Napoleón la conquistó en 1797.


Imitando su ejemplo, Pisa primero y Génova después han desarrollado un modelo similar de república comercial con el que han dominado el mediterráneo occidental, desarrollándolo sobre las costas de la Hispania cristiana, Al-Ándalus y África.


La pérdida de control de la Cuarta Cruzada ha mostrado cristalinamente que no es suficiente para el papado con controlar el perdón de los pecados y ofrecer la vida eterna para culminas con éxito sus cruzadas; tan importante, o más, es disponer de los fondos necesarios para financiar las misiones a Tierra Santa. Inocencio III ha tomado buena nota de ello y ha procedido a reestructurar el sistema de recaudación de rentas de sus obispados, básicamente compuesto por diezmos (a cargo de los campesinos) y tercias diezmales (pagadas por los monasterios). El gigantesco sistema recaudador de la Santa Sede se ha puesto al servicio de las cruzadas.



IMAGEN SUPERIOR: ENTRADA AL ARSENAL DE VENECIA

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