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Stupor Mundi! Una cruzada sin bendición papal y con su líder excomulgado



 

SAN JUAN DE ACRE, septiembre 1228. Hoy ha arribado la flota cruzada del emperador Federico II al puerto de San Juan de Acre, capital del reino de Jerusalén. Por primera vez desde que se iniciaron las cruzadas, hace casi 150 años, se trata de la primera que no ha sido organizada por Roma y no tiene la bendición papal. Y además su líder, el mismo emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, ha sido excomulgado por el papa Gregorio IX. El mundo asiste perplejo a una situación inverosímil. Algunos contemporáneos ya califican al emperador Federico II como el “Estupor del Mundo”. Se sabe que el emperador había mantenido conversaciones con el embajador del sultán de Egipto al-Kamil, quien poco antes de la caída de Damieta durante la Quinta Cruzada, había ofrecido a los cruzados la ciudad de Jerusalén si se retiraban de Egipto, algo que los cruzados rechazaron. Al Kamil está en guerra con su hermano, el sultán de Egipto.


Federico II fue excomulgado en septiembre del año pasado, cuando tras embarcar sus tropas hacia lo que iba a ser la Sexta Cruzada, tuvo de regresar a puerto por un brote de peste. El papa Gregorio IX lo consideró el enésimo retraso injustificado del emperador en acometer la cruzada a que se comprometió cuando fue coronado en 1220, y procedió a su excomunión.


Federico II siempre negó que hubiera cancelado la cruzada premeditadamente. Por ello, inició una campaña contra al papa, al que acusó de deshonestidad en su decreto de excomunión. Durante el invierno de 1227-28, el emperador intentó negociar con el papa los términos de una nueva cruzada, pero este se negó a recibirlo. La reacción de Federico II fue contundente: organizó la cruzada él mismo y convocó a sus vasallos. Al principio del verano de 1228, la flota cruzada zarpaba de Italia, en junio hacía escala en Chipre y en septiembre atracaba en el puerto de San Juan de Acre. Roma, que no esperaba tal reacción, se ha quedado perpleja y y ha llegado al extremo de calificar a Federico como el Anticristo. Perpleja, sí, pero no de brazos caídos.


Inmediatamente, Gregorio IX recordó a todo el Orbe que Federico “el que se denomina emperador” está excomulgado, y que ello disolvía las obligaciones de vasallaje, e incluso permitía el ataque a las posesiones del excomulgado. Esta llamada ha desatado una crisis internacional de enormes dimensiones. Es cierto que Federico II ha conseguido reunir a muchos vasallos, pero sus tropas no tienen comparación con los grandes ejércitos que se reunieron para la Cuarta Cruzada (que acabó saqueando Constantinopla) o la Quinta (que fue rechazada en Egipto). La mayoría de los señores y magnates de Oriente utilizarán la excomunión para actuar en función de sus propios intereses, y muchos pondrán obstáculos a la colaboración con el emperador. Un caso paradigmático son las órdenes militares, cuya obediencia al papa chocará con su función de defender a Cristo y luchar contra los infieles allá donde sea posible. Templarios y Hospitalarios han decidido acompañar al emperador, pero a una jornada de distancia, lo que reduce mucho la capacidad operativa de sus fuerzas.


Además, Gregorio IX ha comenzado a reunir fuerzas para invadir Sicilia, el reino que el emperador obtuvo de su madre Constanza de Altavilla, (y que destruyó el equilibrio alcanzado tras la Paz de Venecia, en 1177). Todo es como una vuelta al pasado: igual que ocurría antes de Legnano, el papado está incitando a las ciudades lombardas a levantarse contra el emperador, como hicieron contra su abuelo Federico I Barbarroja. Y por si fuera poco, ha fallecido el hermano de al-Kamil, el sultán de Damasco con quien al-Kamil estaba en guerra. Federico II pretendía ofrecer ayuda militar a al-Kamil a cambio de la entrega de la ciudad de Jerusalén, pero la muerte del contrincante ha desbaratado sus planes.


En estos momentos la situación de Federico es muy preocupante; tiene a su reino de Sicilia seriamente amenazado, y en Tierra Santa no cuenta con el apoyo de más de la mitad de las fuerzas señoriales y de las órdenes. Pero sí puede contar con una: con la orden de los Caballeros Teutónicos, la orden a la que donó todas las tierras que pudieran conquistar al Este del río Vístula. Con ella, y con su fiel Gran Maestre Hermann Von Saltza, el emperador podrá contar siempre.


IMAGEN SUPERIOR: FOTOGRAMA DEL DOCUMENTAL "FREDERICK II CRUSADE"

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