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Los cruzados rechazan la oferta de Jerusalén y toman Damieta



 

DAMIETA, 8 de noviembre de 1219. Después de año y medio de asedio, el ejército cruzado en Egipto ha tomado la ciudad de Damieta, su primer objetivo en la campaña de la Quinta Cruzada. Prácticamente, la ciudad se ha entregado a los cristianos, pues tras el largo y durísimo asedio, el hambre y las enfermedades habían reducido la población de 60.000 a menos de 10.000 habitantes, la mayoría mujeres y niños, con lo que la ciudad no disponía de soldados suficientes para defender su triple cinturón de murallas. Cuando las tropas del duque de Austria entraron en la ciudad, se encontraron con un espectáculos dantesco: las calles estaban repletas de cadáveres sin enterrar, y los pocos supervivientes que quedaban se encontraban enfermos y totalmente desnutridos.


Los cruzados habían desembarcado en la costa de Egipto en mayo de 1218, y tardaron tres meses en tomar la torre exenta que vigilaba la entrada del canal del Nilo en la ciudad. No obstante, los musulmanes consiguieron hundir varias naves en la entrada del canal, con lo que a los cruzados les fue imposible entrar con sus barcos. Pero la ciudad se mantuvo firme, y a pesar de que llegaron refuerzos de Francia que elevaron el número de soldado cristianos hasta 35.000, consiguió rechazar todos los ataques que aquellos realizaron durante el invierno, la primavera y el verano de 1219.


Un momento crítico de la campaña tuvo lugar durante la primavera de 1219. En ese momento, los enviados de al-Kamil (quien había sucedido a su padre al-Adil como sultán de Egipto en 1218), ofrecieron a los cruzados que se retiraran de Damieta a cambio de entregarles la ciudad de Jerusalén y devolverles la reliquia de la Santa Cruz, la cual había sido capturada por Saladino tras la batalla de Hatin en 1187. La oferta era muy tentadora, pues al fin y al cabo la recuperación de la Ciudad Santa de Jerusalén era el objetivo final de la Cruzada. Pero tanto el legado pontificio Pelagio, el rey de Jerusalén Juan de Brienne y los hermanos Montaigú (maestre de los Templarios y de los Hospitalarios) desecharon la oferta porque musulmanes habían destruido las defensa de Jerusalén, con lo que si abandonaban el asedio se quedarían sin Damieta y muy expuestos en Tierra Santa. Al respecto, hay que decir que las operaciones en Palestina, teatro secundario de esta cruzada, eran dominadas por al-Mu'azzam, hermano de Kamil y sultán de Siria, a pesar de que había sido rechazados en su ataque de 1218 contra la recién construida y magnífica fortaleza de Chateau Pelerin, el último grito en tecnología militar defensiva.


Previamente a estas negociaciones, había llegado a Egipto Francisco de Asís, el fundador de la orden de los franciscanos, quien llegó a entrevistarse con al-Kamil confiado en convencerle de que el Islam era una religión y que el cristianismo era la verdadera. El sultán de Egipto aceptó recibirlo, y no se sabe si por admiración del monje o divertido por su osadía, decidió no cortarle la cabeza, que es lo que usualmente podría esperar un cruzado en manos de los musulmanes.


Rechazada la oferta de Jerusalén, las operaciones de asedio continuaron a lo largo de todo 1219, con la esperanza de que llegaran los nuevos refuerzos prometidos por el emperador Federico II al papa Honorio III. Pero los refuerzos no llegaron y la situación de los cruzados se debilitaba por momentos, hasta que, casi por sorpresa, a principios de noviembre comprobaron que la ciudad ya no podía defenderse por sí misma.


La siguiente fase prevé adentrarse en Egipto y buscar la derrota de las tropas de al-Kamil. Pero la dureza de la toma de Damieta y el desconocimiento del terreno aconsejan mucha cautela. De momento es imprescindible que lleguen de una vez los refuerzos prometidos por Federico II, rey de Alemania y de Sicilia que sigue negociando su coronación como emperador con el papa Honorio III.

 

IMAGEN SUPERIOR: ASALTOA A DAMIETA, DE LA WEB ARRECABALLO.COM



FRANCISCO DE ASIS Y AL-KAMIL, SULTÁN DE EGIPTO, PINTURA DEL MONASTERIO DU GAI RIRE

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