BAEZA, septiembre 1224. Fernando III ha atendido la petición de Abd Alah al-Bayyasi, autoproclamado emir de Baeza y conocido como El Baezano, y ha acudido en su apoyo ante el enfrentamiento que mantiene con el califa al-Adil, gobernador de Murcia. La primera incursión, en septiembre de 1224, fue de tanteo, mientras que la segunda, en la primavera siguiente, se realizó con un gran ejército que tenía como objetivo tomar Jaén. Pero la ciudad andalusí soportó el cerco durante tres meses, con lo que el rey castellano tuvo que abandonar su objetivo.
Las turbulencias desatadas en el imperio almohade tras la muerte del califa al-Mustansir, en enero pasado, han coincidido con el apaciguamiento de las tensiones nobiliarias que han acompañado el ascenso al trono de Fernando III desde la muerte de su abuelo Alfonso VIII, en 1214. Aunque en 1217 ya fuera coronado rey de Castilla, tras la abdicación de su madre Berenguela de Castilla, madre e hijo todavía han tenido que lidiar con un nobleza que no acababa de reconocerle como rey legítimo y que incluso ofreció la corona de Castilla a Luis VIII de Francia, casado con Blanca de Castilla. Fueron las gestiones de Berenguela, hermana de Blanca, la que desactivaron este frente pidiendo a su hermana que Francia no se introdujera en los problemas de Castilla.
De hecho, ha sido también la propia Berenguela quien, ante la oportunidad que supone la petición de El Baezano, ha decidido no renovar las treguas que mantenía con los almohades, renovables cada tres años, y que vencían este otoño, atendiendo así, al mismo tiempo, las peticiones del papa Honorio III por reanudar la conquista de Al-Ándalús. La decisión ha sido comunicada a los nobles y ricohombres del reino en la solemne curia celebrada en Carrión a finales de julio, donde también ha obtenido su apoyo de la nobleza castellana.
Para ello, Fernando III ha acordado una reunión con El Baezano precisamente en Las Navas de Tolosa, donde tuvo lugar la gran victoria hispánica contra los almohades, y allí, sobre el río Guadalimar, Fernando III y El Baezano han acordado los términos del vasallaje, que se materializan en la entrega de una serie de fortalezas que pasan a manos del rey castellano, de las que las más importantes son Martos y Andújar. A continuación se dirigieron a Quesada y consiguieron tomar la ciudad al asalto, donde los castellanos obtuvieron un gran botín y muchos cautivos que se llevaron con ellos.
Tras esta primera expedición, que fue más un toma de contacto con la situación y con el nuevo vasallo, Fernando III convocó un ejército mayor con el propósito de tomar Jaén. La expedición tuvo lugar en la primavera de 1225; partiendo de Toledo, en abril las tropas castellanas habían puesto sitio a Jaén, arrasando sus campos y vegas. Pero la ciudad estaba bien abastecida y soportó el asedio durante tres meses, tras los cuales Fernando III ordeno levantar el sitio. Jaén se había salvado y ponía de manifiesto, como lo hace Cáceres en el flanco occidental ante Alfonso IX de León, la dificulta que supone para los ejércitos cristianos conquistar las grandes ciudades musulmanas.
Pero las tropas no volvieron de vacío; se dedicaron a arrasar la vega de Granada y tomar las villas de Loja y Priego, obteniendo un cuantioso botín. En cualquier caso, la puerta de Al-Ándalus ha quedado abierta para Fernando III de la mano de El Baezano.
IMAGEN SUPERIOR: SAN FERNANDO RECIBE EL TRIBUTO DE EL BAEZANO, DE LORENZO QUIRÓS