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Federico II recupera Jerusalén para la Cristiandad



 

JERUSALÉN, 17 mar 1229. El emperador del sacro imperio romano, Federico II (35), y el sultán ayubí de Egipto, Al-Kamil (52), han llegado a un acuerdo por el cual la ciudad de Jerusalén y otros lugares santos son cedidos a los cristianos; a cambio, los cruzados se comprometen al cese de las hostilidades y garantizan los derechos a los peregrinos musulmanes a visitar sus lugares santos. Se trata de un acuerdo muy polémico, porque el emperador se encuentra excomulgado y la cruzada que lidera no cuenta con la bendición papal, lo que ha generado todo tipo de reacciones. En cualquier caso, cuarenta años después de que Saladino conquistara la ciudad a Guido de Lusignan, en 1187, Jerusalén ha sido recuperado para la Cristiandad.


La más espectacular de las reacciones ha sido la de Roma, donde rechazan la cruzada que ha supuesto la conquista de la ciudad después de tres fracasos debido a que el emperador está excomulgado y porque se ha conseguido con un pacto y una tregua por diez años con los enemigos de Cristo. Y no solo eso; además, Gregorio IX ha declarado la interdicción de la propia Jerusalén y de San Juan de Acre, con lo que se prohíbe el culto y se cierran las iglesias de ambas ciudades, algo impensable tras la recuperación de la ciudad que vio morir a Cristo. También es notable el enfado entre los caballeros templarios y hospitalarios, pues ante su falta de apoyo, el emperador ha permitido que el templo del Santo Sepulcro siga siendo una mezquita, lo que les priva de su principal lugar de culto.


Negociando con Jerusalén


La ciudad de Jerusalén saltó a la mesa de negociaciones diez años atrás, durante el sitio de Damieta en la Quinta Cruzada. Entonces, Al-Kamil ofreció a los cruzados la entrega de Jerusalén a cambio de que se retiraran de Egipto, pero las condiciones de la entrega no agradaron a los generales cruzados, quienes rechazaron la oferta y siguieron con la conquista hasta la catástrofe final. Al parecer, los contactos entre la cancillería imperial y el sultanato de Egipto siguieron produciéndose, lo que explicaría la confianza con que Federico II se embarcó en una cruzada condenada por la iglesia.


Porque los problema que ellos supone aparecieron rápidamente; tras desembarcar sus tropas en San Juan de Acre, el emperador Federico II se encontró con una situación complicada, donde el patriarca Gerard, gran parte de los nobles francos de Tierra Santa y los órdenes militares templarias y hospitalarias, comunicaron al emperador que, dada su situación de excomunión y siguiendo las instrucciones de Roma, no podían colaborar en la lucha contra el infiel. Además, había fallecido el hermano de al-Kamil, con lo que desaparecía la baza del emperador (la ayuda militar a éste en el guerra que mantienen los dos hermanos) en la negociación para conseguir la cesión de Jerusalén.


Con un ejército mucho más reducido que el previsto (compuesto por las tropas imperiales y la fiel orden de las Caballeros Teutónicos) el emperador siguió con el plan y en noviembre de 1228 puso sitió a Jaffa antes de dirigirse a Jerusalén. No hizo falta asaltar la plaza: poco después del inicio del asedio, al-Kamil se avino a retomar las negociaciones que han llevado al acuerdo firmado hoy.


Al día siguiente de la entrada del emperador, tuvo lugar la ceremonia de coronación del mismo como rey de Jerusalén, título que reclama en nombre del hijo que tuvo con su recién fallecida esposa, Yolanda de Brienne (+1228). A la ceremonia solo han asistido los allegados al emperador, como el Gran Maestre de los Caballeros Teutónicos, Herman von Salza (64), el baíllo imperial en Jerusalén Bailán de Sidón (34), el general de la Armada Imperial Tomás de Acerra o el poeta Walther von Vogelveide (59). Dado que la ciudad se encontraba bajo interdicto, ni el patriarca de Jerusalén ni ningún de los obispos han estado presente en la basílica del Santo Sepulcro, con lo que el emperador, en su enésimo desafío a Roma, se ha coronado a sí mismo.


Guerra en Sicilia


Por su lado, Roma ha seguido adelante con sus planes para atacar los dominios del emperador. A finales de abril de 1229, una fuerza pontificia al mando de Jean Brienne, exsuegro del emperador, ha entrado en el reino de Sicilia y se dispone a atacar Nápoles y pasar a la isla. Ante tal amenaza, el emperador ha ordenado el embarque del ejército en San Juan y el regreso a Brindisi. El gran enfrentamiento entre Federico II y el papa Gregorio IX para cada vez más cercano.

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