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El Reichstag depone a Otón IV y declara a Federico Roger rey de Alemania



 

NUREMBERG, septiembre 1211. Desde que Inocencio III excomulgó a Otón IV el año pasado, las desafecciones de la nobleza alemana no hacen más que multiplicarse. El último y más importante acto ha tenido lugar en la Dieta Imperial de Nuremberg celebrada este septiembre, donde un grupo de nobles partidarios de Federico Hohenstaufen se ha rebelado contra Otón IV, lo ha depuesto y ha reconocido como rey a Federico II Roger, hijo del último emperador Enrique VI.


No con pocas precauciones, la operación tiene detrás el apoyo del papado, que ha acabado por aceptar la propuesta de la nobleza alemana a pesar de las dudas que en Letrán produce la coronación de otro Staufen. Al respecto, recordemos que Federico II es también rey de Sicilia, y que la coronación de Otón IV fue una éxito del papado en su lucha para evitar que los Estados Pontificios quedaran rodeados por el imperio por norte y sur. Desde Roma afirman que, para respaldar la coronación de Federico II, Incencio III ha puesto como condición que el nuevo rey desvincule completamente el reino de Sicilia del Sacro Imperio, la gran preocupación del papado, a lo que Federico se ha comprometido a ejecutar en un futuro próximo.


El respaldo de Roma ha sido fundamental para que Federico II Roger obtenga también el apoyo de la potente república de Génova y de las ricas ciudades del norte de Italia, lo que le ha permitido cruzar Los Alpes y adelantarse a Otón IV entrando en la ciudad de Cosntanza, dónde el emperador estaba acampado mientras negociaba con la ciudad. Este audaz golpe de mano del joven Federico II ha sorprendido a propios y extraños, pues con solo 15 años de edad, el hijo de Enrique VI Hohenstaufen y Constanza de Sicilia está demostrando una gran habilidad política en cada paso que da a través de esta turbulenta crisis imperial.


Todo lo contrario que Otón IV, que ve como su futuro se oscurece día a día. Ahora, a la excomunión del papa y a la rebelión de los nobles alemanes, el emperador debe añadir otra amenaza quizá mayor que las anteriores; se trata de la posición de Felipe II de Francia, quien ha declarado su apoyo al papado y del que todos piensan que intentará anexionar al reino de Francia las posesiones patrimoniales del emperador, que también es duque de Brunswick y atesora extensos dominios en Sajonia. Allí se ha concentrado Otón IV, quien también a pedido ayuda al único aliado que le queda en la Cristiandad: Juan I de Inglaterra, el gran enemigo de Francia y Roma.

 

 

IMAGEN SUPERIOR: CASTILLO DE NUREMBERG, DONDE SE CELEBRABAN LAS DIETAS IMPERIALES

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