REATE, 26 julio 1219. La política internacional del Conde Sancho de Aragón ha sido el detonante que ha provocado la drástica intervención del papa Honorio III, señor de Aragón desde la infeudación de Pedro II El Católico.
El pulso que mantenía la nobleza aragonesa con el Procurador General de Aragón, que se remonta al reinado de su padre Alfonso II, ha llegado a su fin con la destitución del Procurador y el nombramiento de un Consejo de Regencia dirigido por el arzobispo de Tarragona, monseñor Espárrec. El ya ex – Procurador General del Reino conde Sancho de Aragón, fue designado para la regencia tras el fallecimiento de su hermano Pedro II en la batalla de Muret, en 1213. Y con el cargo heredó los dos principales problemas que afrontaba su hermano Pedro y que provienen del reinado de su padre Alfonso II: su involucración en los graves asuntos del Midi francés, donde los nobles del Languedoc defienden la herejía cátara en su lucha por sacudirse el intervencionismo romano y las ambiciones de Francia, y el descontento que esta política provoca en la nobleza aragonesa, que acusa a la dinastía de Barcelona de favorecer los intereses del Principado en detrimento de los del reino de Aragón, una acusación que se ha generalizado tras el nuevo apoyo al conde de Tolosa en su campaña por recuperar La Provenza, mientras se retrasan sine die los planes para la reconquista de Al-Ándalus, un asunto donde los nobles aragoneses tienen puestas grandes expectativas.
De hecho, ha sido la reactivación del apoyo a La Provenza lo que ha provocado la drástica reacción de la Sente Sede. Ya Inocencio III, antecesor de Honorio III, tuvo importantes roces con el padre y el hermano del conde Sancho, quienes, como él, se encontraban atrapados entre la espada y la pared ante la tesitura de asistir a sus vasallos del sur de Francia, como ordena la ley feudal, y de obedecer las instrucciones de Roma, que acusa a aquellos señores de proteger a los herejes cátaros. De hecho, la infeudación del reino de Aragón ante el papado fue una medida tomada por Pedro II para calmar las exigencias del papado, siendo de ahí de donde viene el sobrenombre de El Católico. Pero nadie pudo evitar el enfrentamiento, y tras la derrota de los aragoneses ante los cruzados pontificios en Muret, el papado exigía que Aragón abandonase su intervención en La Provenza, pero el apoyo del conde Sancho al conde Raimundo de Tolosa en la reconquista de esta ciudad ha sido el detonante que ha provocado la fulminante reacción de Roma.
Poniendo el foco largo, está claro que, en definitiva, es la devolución del favor a su aliado Felipe Augusto de Francia, la nueva estrella europea, por su apoyo durante la rebelión y cisma imperial que protagonizó Otón IV y que el papado pudo rechazar gracias a la victoria del rey francés en la batalla de Bouvines., pues en el fondo se trata de despejar el camino para la incorporación del Languedoc al reino de Francia, de ahí la fuerte resistencia del conde de Tolosa.
El nuevo Consejo de Regencia mantiene la paridad entre aragoneses y catalanes; junto a monseñor Espárrec formarán parte de él Guillem de Cervera, representando al principado, y Jimeno Cornell y Pedro Ahones por parte del reino de Aragón. Sin embargo, en la práctica este Consejo se abandonará a la inacción y dejará en manos de los nobles la resolución de sus propias cuitas, lo que hundirá al reino de Aragón en un largo período de anarquía.