PROUILHE, 1206. Domingo de Guzmán, el viceprior de la diócesis de Osma que acompañó al obispo Acebes en su fracasada predicación por el Languedoc, se ha quedado en el monasterio de Prouilhe (Fanjeoux) y ha fundado una casa para albergar a las mujeres pobres con el fin de evitar que caigan en el catarismo. Desde allí continuará con sus acciones predicadoras, las cuales alcanzaron considerable éxito contra los cátaros antes de que el legado papal fuera asesinado y estallara la Cruzada Albigense. Con este puñado de monjes fundará la Orden de los Predicadores, también conocida como dominica y sus miembros como dominicos, en honor del monje burgalés.
Para su orden, Domingó de Guzmán creo una regla menos severa que la cisterciense y que concedía a sus frailes más tiempo para el estudio, lo que les convirtió en verdaderos especialistas en la fé católica. Así, cuando más tarde, en 1231 el papa Gregorio IX estableció formalmente el proceso de investigación y castigo de herejes, conocido como Inquisición Pontificia, nombraría a los dominicos inquisidores, ya que alcanzaron gran fama de predicadores por ser capaces de debatir y rebatir las ideas contra la iglesia católica. Su cometido era juzgar a los herejes y, si eran encontrados culpalbles, entregarlos al brazo secular para la ejecución de la sentencia. Sus primeros objetivos fueron los cátaros del sur de Francia y los valdenses que, desde Lyon, se habían extendido por el este de Europa. Desde entonces, sus hábitos blancos y negros se hicieron tristemente famosos, y por su celo en el desempeño de sus investigaciones (inquisistios) fueron conocidos como los "perros del Señor" (Domini Cani).
Domingo de Guzmán y Diego de Acebes acudieron al Languedoc cuando Inocencio III les concedió la oportunidad de intentar la conversión pacífica de los cátaros. Se trataba de dos benedictinos formados en las prestigiosa escuelass de Palencia que habían alcanzado gran fama por sus predicaciones desde la pobreza y la humildad. Ambos reconstruyeron una vieja iglesia en Prouilhe y construyeron una casa de acogida para mujeres jóvenes que, al mismo tiempo, hizo de base para sus predicaciones y las de sus seguidores, que eran poco más de una docena. Allí fundaron la Orden de los Predicadores. A pesar de los éxitos iniciales, el asesinato del legado papal Pierre de Castelnou dió al traste con esta vía, e Inocencio III declaró la Guerra Santa contra las cátaros. Diego de Acebes falleció en un viaje a Castilla, con lo que Domingo de Guzmán se hizo cargo de la orden.
La orden sería aprobada definitivamente por Honorio III en 1216, y desde entonces, con gran habilidad, Guzmán envió a sus dominicos a predicar a los lugares claves de la Cristiandad: París, Roma y Bolonia, ciudad esta última donde estableció la sede principal de la orden, hoy Basílica de Santo Domingo. Se dice que en estos momentos fue cuando se le aparecía la virgen con un rosario en la mano, diciéndole que si predicaba con sus rezos iba a conseguir muchas conversaciones. Con Domingo de Guzmán se inicia la tradición de rezar el rosario. El éxito de la orden fue enorme, pues si tras la muerte de Domingo eran poco más de 300 frailes, cincuenta años después el número de benedictinos superaba los 10.000 por toda Europa.
El monasterio de Prouilhe fue destruido durante la Revolución Francesa, en 1789, y el que existe hoy fue construido en 1879. Domingo de Guzmán fue canonizado en 1234, celebrándose su fiesta el día 8 de agosto. Los dominicos tuvieron un papal fundamental más tarde, durante la evangelización de América, lo que atestigua el elevado número de lugares, ciudades e iglesias que llean el nombre de Santo Domingo. Incluso toda una nación.
IMAGEN SUPERIOR: DETALLE DEL LIENZO SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, DE EL GRECO