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Desigual suerte tras Las Navas: cae Alcántara, resiste Baeza



 

BAEZA, febrero 1214. Alfonso IX de Léon, que no participó en la batalla de Las Navas de Tolosa, ha resultado el primer beneficiado de la victoria y ha conseguido tomar al asalto la importante fortaleza de Alcántara, sobre el río Tajo, mientras que el vencedor contra los almohades, Alfonso VIII, se ha visto obligado a levantar el cerco de Baeza. Al parecer, la frescura de los recursos leoneses y el agotamiento de los castellanos serían los motivos principales de este desigual resultado.


En el otoño de 1212, inmediatamente después de la jornada de Las Navas, las tropas castellanas explotaron la victoria atacando por primera vez Baeza, la ciudad andalusí más cercana. Pero la madina había sido abandonada y sus habitantes huido a Úbeda. Los castellanos saquearon lo que encontraron y prendieron fuego a la mezquita aljama de Baeza, donde se habían refugiado aquellos que no pudieron huir. Poco después, también asaltaban y saqueaban Baeza. Pero por motivos que todavía no están claros, y que probablemente tangan que ver con el agotamiento de las fuerzas y el reparto del botín, no se retuvo ninguna de ambas ciudades, a pesar de su indudable importancia estratégica como vía de entrada a Murcia y Andalucía oriental.


Una importancia muy similar a la que tiene la plaza de Alcántara en el flanco leonés, una imponente fortaleza ubicada sobre el antiguo puente romano que cruza el Tajo y cuya posesión es imprescindible para adentrarse en el reino de Badajoz y atacar sus grandes ciudades. (Alcántara ya había sido conquistada por el padre de Alfonso IX, Fernando II de León, pero la perdió con la reacción almohade de los años 80 del siglo pasado, una catástrofe que se llevó por delante todas las ganancias leonesas al sur de Tajo). Firmada la concordia entre León y Castilla en las treguas de Coimbra (1212), el rey leonés pudo contar con ayuda castellana, materializada en el envío de las huestes de Diego López de Haro y de la orden de Calatrava, que se añadían a las frescas tropas leonesas y a la orden de San Julián del Pereiro. Dado que la ciudad se encontraban bien aprovisionada, y que no tenía problemas de agua por estar conectada al Tajo, Alfonso IX ordenó el asalto directo, una acción que, a tenor de lo descrito en las crónicas, debió ser espectacular, con profusión de máquinas de guerra tanto por parte de los atacantes como de los defensores. A mediados de 1213, Alcántara caía en manos del reino de León y se abría el camino a la conquista del reino de Badajoz.


Pero las cosas no sucedieron de igual manera en la frontera castellana. Cuando en el otoño de 1213, una año después de sus saqueo, Alfonso VIII volvió a dirigirse a Baeza, encontró la ciudad reocupada, reforzada y aprovisionada, con lo que decidió ponerle sitio. Pero el duro invierno, los constantes ataques desde Úbeda y la falta de refuerzos han obligado al monarca a levantar el cerco en febrero de 1214. Poco después, Alfonso VIII y el califa an-Nassir firmaban treguas por un plaza de diez años. Los avances en el flanco oriental castellano tendrán que esperar.


Ese mismo años de 1214, Alfonso IX de León donaba la fortaleza de Alcántara a la orden de Calatrava en reconocimiento de sus servicios prestados. Los calatravos la ocuparon durante cuatro años, hasta que en 1218 la traspasaron, junto con otras posesiones del reino de León, a la orden de San Julián del Pereiro. Los de San Julián trasladaron su sede principal al castillo de Alcántara, y cambiaron su nombre por el de orden de Alcántara.


La fortaleza de Alcántara, al contrario que el famoso puente sobre el Tajo, se encuentra hoy en estado de ruina, ya que fue abandonada por la orden a finales del siglo XVI o principios del XVII, cuando en la población se construyó el convento de San Benito y la orden de Alcántara traslado a allí su cuartel general.

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