CÁCERES, julio 1222. La ciudad musulmana ha rechazado el tercer intento de asalto por parte de Alfonso IX de Léon, quien lleva ocho años clavado ante sus murallas.
Con el reino de Castilla en tregua con Marrackech, Aragón muy debilitado por la rebelión de la nobleza y Portugal al borde del precipicio (con el rey excomulgado, enfrentado al alto clero y viendo como su corona es ofrecida al propio rey de León), Alfonso IX es el único monarca que está militarmente activo en este período post-Las Navas. Sin embargo, cuando van a cumplirse diez años de la gran victoria de Las Navas de Tolosa, sus ganancias se reducen a la toma de Alcántara, una importante fortaleza, sin duda, pero que fue tomada hace ocho años. Desde entonces León se encuentra atascado. El motivo: Cáceres, el último bastión.
El primer asalto leonés a Cáceres tuvo lugar dos años después de la batalla de Las Navas, en 1214, cuya conquista era el objetivo principal de la campaña y cuyo fracaso se pudo disimular gracias a la toma de Alcántara. Tras el primer contacto con la fortaleza, el segundo asalto se planificó al detalle, pero la implicación de León en la crisis de sucesión castellana tras la muerte de Alfonso VIII, retrasaron la acción hasta 1218. Ese año obtuvo la concesión de cruzada por parte de Honorio III y contó con la participación de las órdenes militares de Calatrava, Santiago, El Temple y Hospitalarios, incluidos los castellanos, que no se consideraban afectados por las treguas de Alfonso VIII de Castilla con los almohades. El asedio fue duro, con gran participación de maquinaria pesada, pero la magnífica arquitectura defensiva de la ciudad, el almacenamiento de víveres y la buena organización de la defensa rechazó todos los intentos leoneses. El mal tiempo de aquel noviembre abocó a los leones a la retirada.
El ataque de esta primavera comenzó en mayo. Alfonso IX venía preparado para el asedio, pero tres meses de cerco sufriendo el ataque de refuerzos llegados de Córdoba, Badajoz o incluso Jaén fueron demasiado para los leoneses. El número de bajas se disparó, y el rey leonés acabó aceptando una compensación económica y levantando el cerco. Cáceres resiste.
Una década después de la victoria de Las Navas de Tolosa, como decíamos, las esperanzas leonesas de un rápido avance sobre Al-Andalús se han desvanecido totalmente, dada la dificultad que se espera para conquistar las grandes ciudades musulmanas. Una dificultad que se dispara en el caso de núcleos estratégicos, como el caso de la propia Cáceres, baluarte sobre el que descansan las defensas de Badajoz y Trujillo, y último bastión antes de atacar Córdoba, la mítica capital del califato.
Relaciones con Portugal.
Esta ralentización del avance leonés, además, está teniendo implicaciones en las relaciones con Portugal. La gran crisis institucional por la que atraviesa el reino luso, con Alfonso II de Portugal y el alto clero directamente enfrentado, escaló un peldaño más cuando el rey entró con su ejército en la ciudad episcopal de Braga. Alfonso II fue excomulgado, y la nobleza y el clero opositora huyeron a León, donde ofrecieron al rey leonés la corona del país si les ayudaba a deponer a Alfonso II. De forma inesperada, a Alfonso IX de León se le ofrecía la posibilidad de reintegrar Portugal al reino leonés, de cuya independencia todavía no se ha cumplido un siglo. Pero la coyuntura está siendo desfavorable para que León pueda aprovechar esta oportunidad, sobre todo por la oposición del papado, que en esos momentos negociaba la concesión de cruzada para la segunda campaña de Cáceres y que es un crítico acérrimo de los enfrentamiento entre reyes cristianos, unas luchas internas que, según Roma, son las responsables de los pocos avances cristianos en la península ibérica.
IMAGEN SUPERIOR: TORRE DEL BUJACO, EN CÁCERES. UNA DE LAS ONCE
TORRES DE LA MURALLA DE CÁCERES QUE TODAVÍA QUEDAN EN PIE